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Técnicas, Estilos, Épocas


TÉCNICAS

No es nuestra finalidad dar a conocer de manera detallada todas las técnicas pictóricas, que por sí solas serían objeto de un sólo y amplio estudio especializado, sino dejar constancia de su existencia a lo largo de la Historia del Arte. Cabe observar que la técnica pictórica tiene múltiples modalidades dentro de unos grandes apartados que intentaremos definir. Cada artista tiene su técnica, que si en la actualidad es fácil de saber, en la Antigüedad se guardaba celosamente como invariante de cada artista.
En la Prehistoria se utilizaba el carbón vegetal, pigmentos a base de hierro -rojo- y manganeso -negro-, y también, esporádicamente, sangre y caseína, todos ellos mezclados con grasa animal que cumplía la función de aglutinante.
El temple, el fresco y la encáustica son tres técnicas que se iniciaron en el mundo antiguo grecorromano y egipcio. La técnica del temple tiene múltiples formulaciones y fue utilizada como procedimiento de pintura mural. En Egipto se aglutinaban los pigmentos con agua y goma, colas y huevo, aplicándolos en zonas concretas, sin mezclar los colores. Generalmente es la yema de huevo, mezclada con látex de retoño de higuera y agua, la manera empleada por los grandes pintores italianos del Trecento y del Quattrocento, tales como Cimabaue, Giotto, Fra Angélico, Mantegna..., añadiéndose a veces al fresco, para crear una técnica mixta que permitía las veladuras. Este parece ser el caso de Giotto en las pinturas murales de la Capilla Bardi en la iglesia florentina de la Santa Croce.
El fresco es la modalidad técnica más frecuente en la pintura mural. Se realiza sobre revoque de cal húmeda que sirve de soporte para los diversos pigmentos disueltos en agua. Los colores utilizados son preferentemente de origen mineral: blanco de San Juan (carbonato cálcico) y cal muerta (hidróxido de calcio) para el blanco; ocres naturales y tostados para el amarillo y el rojo; tierras para el rojo y el verde; lapislázuli para el azul; sombra de hueso natural y tostada para los marrones; y negro de marfil, de hueso o de carbón de vid para el negro. La realización del fresco precisa una gran preparación técnica y no permite rectificaciones, ya que éstas se hacen muy evidentes. Se emplea la sinopia, es decir, un dibujo preparatorio sobre el revoque que permite fijar los contornos y marcar las jornadas en las que se realizará la obra. Su origen, con variaciones en la técnica, hay que buscarlo en las culturas pinturas antiguas del Próximo Oriente -Mesopotamia, Asiria- y del Mediterráneo -Creta, Grecia y Roma-, encontrándose también ejemplos en China y en la India. Sin embargo, es a partir de Bizancio cuando adquiere una importancia capital que se acrecentará en los períodos románico, gótico y renacentista. Recordemos a título de ejemplo las pinturas románicas del Pirineo catalán y las obras de Giotto -siglo XIV-, Masaccio -siglo XV- y Miguel Angel -siglo XVI- en Italia. La gran decoración barroca tiene ejemplos esplendorosos que van de Annibale Carracci en la galería Farnese, de Roma, a Tiépolo en el Palacio Real de Madrid. En el siglo XIX Goya destaca por su técnica libre, que podemos admirar en la ermita de San Antonio de la Florida en Madrid. La escuela mejicana actual -Rivera, Orozco- ha aplicado de manera ortodoxa esta técnica a sus monumentales murales.
Algunas modalidades de pintura sobre muro se acercan del fresco, sin adquirir las tonalidades de aquél. Así podemos citar el fresco-seco, que aplica los pigmentos en la pared casi seca, para terminar la obra con colores mezclados con agua de cal (mezzo-fresco). A este procedimiento mixto podemos añadir los preparados actuales y la pintura al óleo, que se utilizan sobre el muro, y varias técnicas propias de cada autor.
La encaústica es una preparación a base de colores diluidos en cera fundida, que cumple la función de aglutinante y cuya aplicación se realiza en caliente. Su invención se atribuye a Polignoto y en las fachadas de los templos dóricos ya hay testimonios de esta clase de pintura, que comúnmente se aplicaba en pequeñas tablas de madera debidamente preparadas.
La pintura mural, a la que se aplicaban las técnicas anteriormente comentadas, tiene en el esgrafiado una de sus formas eminentemente decorativas. SU proceso es sencillo. Se da color tiñiendo el mortero de la última capa de un fresco aplicada en húmedo. Sobre ella se añaden, también sobre húmedo, dos encalados fuertes. Sobre el último encalado se dibujan los contornos de las composición, a la manera de la sinopia del fresco, y se rebaja con una incisión con inclinación hacia fuera, de modo que se consigue un efecto bicromo. Se aplica comúnmente a las fachadas y su cronología se remonta al mundo renacentista. Fue empleado mayoritariamente en el siglo XVIII y en nuestro siglo, como sistema decorativo en arquitectura de clara connotación clasicista.
El óleo es la técnica pictórica más conocida y empleada sobre tela o tabla. Consiste en una mezcla de pigmentos coloreados con aceite, generalmente de linaza o de nuez. Carece de base el atribuir a Van Eyck su invención, ya que era conocida desde la Antigüedad y Cennini en el siglo XIV ya hacía mención de esta técnica. Fueron, sin embargo, los flamencos del siglo XV los primeros que de manera sistemática lo utilizaron. Sus ventajas son múltiples, destacando el color brillante y la posibilidad de rectificaciones por superposición de pinceladas, lo que da una mayor libertad de ejecución al pintor. Sin embargo, con el tiempo, estos errores se hacen visibles (arrepentimientos). A partir del siglo XVI su práctica se generalizó aunque el carácter artesanal con el que se fabricaban los colores nos llevaría a una enumeración casi infinita de fórmulas preparatorias. Sin embargo, cabe citar, por contraste, las formas casi planas de Van Eyck y las pastosas de un Rubens. El primero eliminaba materias grasas del aceite por la evaporación de las glicerinas, mientras el segundo utilizaba un aceite espesado, en el que añadía trementina y un barniz blando de resina, y en ocasiones cera de abeja, en la proporción de un tercio. En la actualidad, las fórmulas de pintor han desaparecido debido a que la mayoría de artistas utilizan pintura al óleo preparada en pequeños tubos. Esto ha impedido la degradación técnica que se inició en el siglo XVIII, pero ha cortado de raíz cualquier tipo de investigación.
Otra técnica afín a la pintura sobre tela o tabla es la acrílica. Consiste en una combinación de moléculas de acrilato en emulsión con agua. Esto la hace muy flexible y de secado rápido -al contrario del óleo-, al igual que resistente a los agentes atmosféricos. Sin embargo, su aplicación es cada vez menor, volviendo la mayoría de los artistas a la técnica del óleo.
La pintura llamada de caballete ha incorporado nuevas maneras. De entre ellas destacaremos tres: la matérica, el collage y la cinética. La primera consiste en el empleo de tierras y materiales minerales que, unidos al soporte por medios adherentes, cumplen la función sígnica de la pincelada clásica. Tàpies es uno de los ejemplos más sobresalientes y universales. El collage consiste en la adición de diversos materiales -fotografías, periódicos, objetos...- que conforman la composición. Generalmente preexiste una base de óleo o acrílico. El cinetismo busca el movimiento de la composición e introduce elementos añadidos y artilugios técnicos, aunque a veces utiliza los trucos perspectivos y los engaños ópticos.
Una técnica eminentemente decorativa es la laca. Su origen es chino y alcanzó su apogeo en la época Ming. Su introducción en Europa se realizó en el siglo XVII, siendo, sin embargo, el siglo XVIII el que mayoritariamente utilizó esta manera artística para la decoración de mobiliario. Consiste en un barniz duro y brillante, hecho con látex, producto extraído de especies arbóreas del Extremo Oriente (anacardiáceas).
Conocidas las formas comunes de los que tradicionalmente conocemos por pintura, pasamos al dibujo, sin dejar de reseñar la mutua interacción de ambas prácticas artísticas.
El dibujo constituye generalmente la fase previa de la realización artística. Se constituye así en proyecto, esbozo, boceto, modelo, cartón, de una obra pictórica. Sin embargo, a partir del silo XVIII adquiere un carácter individualizado que lo potencia y lo convierte en elemento artístico en sí mismo. Este valor individual está potenciado en el Lejano Oriente -China y Japón-, donde la palabra hua designa a la pintura, el dibujo y la escritura como elementos plásticos valorados a un mismo nivel.
En el apartado de los instrumentos ya hemos hablado de las formas más corrientes del dibujo, siendo el papel su soporte más habitual.
Una de las características que comúnmente se asocian al dibujo es la de su relativa brevedad de ejecución. Querríamos rectificar esta afirmación que, si bien es cierta en tiempos pasados, en los que el dibujo es previo a la ejecución pictórica, no es aplicable a los tiempos modernos, en los que ha alcanzado categoría artística propia, no dependiente de ulteriores formulaciones plásticas.
Las composiciones sobre el papel tiene distintas denominaciones según la técnica empleada. Las más comunes son el dibujo al lápiz, carbón, sanguina -ya comentadas anteriormente- y el pastel, cera, acuarela, gouache y miniatura.
El pastel es una técnica que se ejecuta en seco. El pigmento utilizado es molido con un aglutinante a base de color y conformado luego en barritas cilíndricas. Su máxima virtud es que consigue unas cualidades aterciopeladas, aunque su mayor peligro es su fragilidad a las vibraciones, los roces, la acción del sol y la humedad. Se difundió en el siglo XVIII, sobre todo en Francia, aunque más recientemente hay que citar a Degas y Picasso.
La cera es más grasa. Su procedimiento consiste en una mezcla de colores disueltos en cera líquida mezclada con esencia y otra sustancias. Su presentación es parecida a las barritas de los pasteles, aunque su adherencia al papel y sus efectos expresivos son mayores.
La acuarela utiliza únicamente colores transparentes y ligeros, aglutinados con goma arábiga o del Senegal, consiguiendo los efectos de la luz por el blanco o tono de fondo y sin intervención alguna del pigmento blanco.
La diferencia del gouache con la acuarela consiste en la utilización de colores opacos y de algo pastosos y blanco llenando toda la superficie del soporte. El origen de la acuarela encontrar en las páginas iluminadas del mundo medieval, desarrollándose a partir de Durero y alcanzando en los siglos XVIII y XIX francés e inglés su máximo apogeo.
La miniatura es como una pintura al gouache o acuarela pero con la incorporación de aglutinantes como goma arábiga, clara de huevo... A veces incluye el óleo y aplicaciones en oro. Conocida desde el antiguo Egipto -Libro de los Muertos-, tuvo en el mundo medieval su momento de esplendor.
La invención de la imprenta por Guttenberg hacia 1450 resultó fundamental para el desarrollo de la imagen impresa. Otras formas primitivas de impresión en relieve tuvieron su origen en el Lejano Oriente. Recordemos en este sentido los sellos que estampaban en barro las culturas asiria y mesopotámica, los sellos tallados en piedras preciosas que se emplearon en Grecia y Roma y las telas estampadas a mano con bloques de madera procedentes de la China del siglo IX, que llegaron al continente europeo en el siglo XIII. En Europa, el uso del grabado en relieve sobre soportes de madera comenzó a generalizarse a principios del siglo XV, coincidiendo con la difusión del papel, que ya empezaba a fabricarse en gran cantidad. Resultó ser un método de reproducción más económico que el dibujo y se usaba principalmente para imágenes religiosas, naipes e ilustraciones de libro.
Explicar detenidamente el grabado, requeriría un estudio específico que se escapa al fin de esta obra. Mencionar tan sólo los diversos métodos de impresión:
Impresión en relieve: la superficie que crea la imagen impresa está en relieve. Impresión en hueco: la imagen impresa surge de los surcos trazados en la superficie. Impresión planográfica: proceso realizado a partir de una superficie plana, que no está grabada, ni tallada en relieve, ni se somete a la acción del ácido. Impresión serigráfica: la imagen se obtiene al transferir el color de una superficie a otra a través de una trama en la que el diseño está formado por plantillas. Otra técnica es el cartel. Su gran auge está asociado a las técnicas de estampación litográfica y primordialmente a la fotomecánica. A la vez cabe destacar su asociación a las corrientes artísticas desde su nacimiento el año 1866 de la mano de Jules Cheret hasta los cartelistas Art Déco. Su momento culminante se centra en el movimiento modernista en el que se incluyen los llamados postimpresionistas -Henri de Toulouse-Lautrec a la cabeza- y los propiamente modernistas Alphonse Mucha, Aubrey Beardsley, Will Bradley. La tendencia curvilínea de los modernistas dará paso a las tendencias artísticas abstarct-geométricas -De Stijl, constructivismo y corrientes neoplásticas- y lineales -Art Déco-. Después de la Segunda Guerra Mundial la fotografía sustituirá al dibujo en la base de los carteles. Los fotomontajes de Reanu o los carteles de propaganda electoral son una buena muestra.
Las funciones del cartel son principalmente dos: propaganda y publicidad, a la que se unirá una cierta función artístico expresiva como lo demuestran los carteles de Toulouse-Lautrec. Esta función comportará uno de los aspectos lingüísticos más importantes del cartel: la asociación de la imagen con la palabra escrita. Su reproducción masiva por medios fotomecánicos y su tamaño potencian su difusión y su captación.
Cabe citar, asimismo, el cómic, conocido más en España por el de tebeo. Producto típico de los mass media, aparece por primera vez en el New York World de Joseph Pulitzer el año 1896 con la primera historieta coloreada, Yellow Kid, de Richard Felton Outcault. La rivalidad de Pulitzer y William Randolph Hearst y su New York Herald propició el auge de este género artístico que ha llegado hasta nuestros días con una vitalidad y un lenguaje en constante renovación a través de los años.
Atendiendo a sus modelos, el cómic está relacionado con otros lenguajes artísticos como el teatro, la novela, la pintura, la ilustración publicitaria, la fotografía, el cine, la televisión y, como comenta Román Gubern, con los rasgos estilísticos del mundo objetual en que viven inmersos sus propios creadores (por ejemplo: el modern style en Winsor Mac Cay). Con el teatro -continúa Gubern- tienen en común los cómics la «acción dialogada», y esta relación es tan obvia que los primeros dibujantes de cómic permanecieron en gran medida sujetos a una estética teatralizante, que les llevaba a mostrar a los personajes de cuerpo entero (plano general), ignorando las ventajas expresivas derivadas de la «planificación» y recurriendo únicamente a muy tímidos desplazamientos de los personajes en el espacio. Los modelos literarios no son tanto compositivos como narrativos -desde Tarzán a El Coyote- o la narración gráfica de novelas en los libros de Editorial Bruguera que añadían una síntesis en cómic del contenido de la novela. La influencia del cine ha experimentado en los últimos años una inversión, convirtiéndose los comics en modelos de las películas, como en el caso de Superman o Batman. La fotografía ha servido de base a los creadores de historietas e incluso como lenguaje se ha adecuado a la narración del cómic -fotonovelas-, aunque curiosamente su fracaso ha coartado su posterior evolución. La pintura ha inspirado a algunos creadores que, como veremos, se introducen en esta líneas estética como, por ejemplo, las magníficas historias del Príncipe Valiente de Harold Foster para la King Features Syndicate.
Si analizamos los comics por su estructura narrativa los tenemos que clasificar en daily strip, o tira diaria, en blanco y negro, que se complementaban con los weekly strips, o páginas dominicales en color, y en comic books o libros en los que la narración empieza y acaba en un solo volumen. Mientras el daily strip no consiente variaciones en el tamaño de sus viñetas, al menos en altura, el weekly strips y el comic book permiten una mayor libertad narrativa, como lo demuestran los actuales comics en los que los personajes saltan las barreras de las viñetas en una composición unitaria no fragmentadas (como por ejemplo Guido Crepax en su Valentina, o la mayoría de los autores actuales), lo que dificulta la comprensión al lector habituado a la linealidad tipo escritura. A su vez, en el daily strip las tiras pueden tener valor en sí mismas -Charlie Brown, Mafalda, las tiras de Peridis en el País...- o en relación a una historia -narración seriada.
Atendiendo a su función, el cómic lo podemos dividir en estético, rupturista, humorístico, crítico y alienador. El primero de estos campos, evidentemente, se relaciona con los otros cuatro, sin embargo en este caso incluimos aquellos comics preocupados primordialmente por cuestiones de lenguaje y/o afines a la obra pictórica. Es el caso de los primeros comics como Flash Gordon de Alex Raymond, o el ya citado Príncipe Valiente, junto a la mayoría de las nuevas propuestas del cómic actual. Con carácter rupturista tenemos que incluir el fenómeno del cómix incluido en la cultura underground. El cómic humorístico está en la esencia misma del lenguaje y es sin duda uno de los más prodigados a lo largo de la historia. El crítico participa de las otras funciones y, como bien señala Terenci Moix, a veces esta crítica pasa desapercibida para un lector que no profundiza en su significado. El cómic de posguerra es un magnífico documento de las miserias de la España franquista que logró burlar la misma censura. Sin embargo, cabe apuntar que en ocasiones los mismos creadores eran ajenos a su propio mensaje. Por último, el cómic alienador tiene una fuerte dosis subliminal ya que los mensajes se enmascaran en las historias ofreciendo dos tipos de lectura. Los valores del superhombre al servicio del status social y de poder es evidente en Superman, Batman, Capitán América; la adecuación a la ideología burguesa se patentiza en los comics femeninos Florita -la colección Claro de Luna...- o el valor de la guerra -Hazañas Bélicas de Boixcar-, o el racismo -El hombre enmascarado...- son unos cuantos ejemplos cogidos al azar.
Por último, cabe señalar la adecuación del cómic a los movimientos artísticos del siglo XX, destacando el expresionismo de Flash Gordon y el magnífico The Spirit de Will Eisner, las formas vanguardistas pop o neoexpresionistas de los comics actuales o la cultura underground de los citados cómix. Paralelamente, el cómic influye en la pintura como en el caso de Roy Lichtenstein.
No querríamos terminar la revisión de las técnicas artísticas sin citar el dorado, el esmalte, el vitral y el mosaico. El primero consiste en la aplicación de panes o polvo de oro sobre el soporte. En pintura se utilizó como fondo de las composiciones en el mundo gótico y protorrenacentista, aunque su uso se remonta a la Antigüedad, tanto oriental -China, Japón, India, Persia...- como occidental -Egipto, Grecia y Roma-. Su elevado valor económico ha impedido su utilización en la actualidad, y su falsificación con purpurina es nefasta, ya que oscurece al poco tiempo y adquiere tonos verdosos y deslucidos. El esmalte es un procedimiento que tiene múltiples formulaciones. De manera general lo definiremos como un barniz vítreo, que por medio de la fusión, se aplica a la porcelana, loza, metales... Su uso se remonta a Egipto -pseudoesmaltes de pasta de vidrio incrustada en frío-, pero es en el mundo gótico cuando alcanzará su máxima difusión, extendida hasta nuestros días. Limoges aparece como una escuela de gran tradición esmaltística, desde el siglo XII al XVIII. Durante el siglo XVIII se utilizó como elemento decorativo y en joyería -relojes, cajas de rapé...-. El Modernismo, estilo de un gran ornamentismo, fue el último gran movimiento que potenció el esmalte.
El vitral y el mosaico tienen como base el fuego, al igual que el esmalte y las decoraciones cerámicas. Su inclusión en esta relación se debe a que los proyectos compositivos y/o decorativos son obra de artistas pintores.
Muchos otros son los métodos o técnicas de uso restringido y particular empleados a través de la Historia, cuya enumeración sería prolija. Creemos que los métodos comunes ya han sido enumerados y analizados convenientemente, métodos comunes que han influido en la práctica pictórica de los diversos artistas, haciéndoles evolucionar. La técnica no sólo es un medio instrumental, sino que se convierte en un factor básico de la expresión plástica, en su doble vertiente formal y de contenido. Podríamos concluir diciendo que cada obra y cada autor tienen su técnica apropiada en relación con su mensaje artístico.
Vía: Almendron.com Las claves de la pintura
ESTILOS DE OBRAS DE ARTE

Verismo
Posimpresionismo
Precisionismo
Cloisonismo
Regionalismo
Realismo Socialista
Sintetismo
Intimismo
New Medievialism
Fovismo
Muralismo
Art Nouveau (Modern)
Cartographic Art
1 Existencialismo
Pictorialism
Expresionismo
Lettrism
Kitsch
Cubismo Mecánico
Miserablism
Neoromanticismo
Expresionismo Abstracto
Cubismo
Cubismo Analítico
Pintura de Campos de Color
Hard Edge (borde duro)
Cubismo Sintético
Lyrical Abstraction
Orfismo
Pintura Espacial de la India
Tubism
Cubo-Expresionismo
Street Photography
Arte Abstracto
Figurative Expressionism
Informalismo
Futurismo
Cubo-Futurismo
Tachismo
Neo-Concretism
Rayonismo
Sincromismo
Performance
Dadaísmo
Transautomatism
Suprematismo
Sots Art
Neo-Byzantine
Post-Painterly Abstraction
Constructivismo
Severe Style
Feminist Art
Espectralismo
Fiber art
Modernismo
Mail Art
Neo-Suprematism
Realismo Analítico
Arte Marginal
Art Brut
Neoplasticismo
Concretism
Neoexpresionismo
Neodadaísmo
Perceptism
Neo-Figurative Art
Nuevo Realismo
Arte Cinético
Espacialismo
Op Art
Arte Pop
Nuevo Realismo
Neoimpresionismo
Arte contemporáneo
Vía: WikiArt
Los períodos artísticos se entienden generalmente como aquellos períodos artísticos que también están vinculados al curso del tiempo. Por ejemplo, los principales estilos artísticos de los siglos XIX y XX se denominan arte moderno. Sin embargo, los estilos artísticos posteriores a 1945 se denominan épocas postmodernas.
ÉPOCAS POSTMODERNAS

Abstracto
Abstracto figurativo
Arte figurativo
Arte reto
Arte Naif
Surrealismo contemporáneo
Arte moderno contemporáneo
Surrealismo
Clasicismo moderno
Cubismo y de Stijl
Arte nuevo
Fauvismo
Simbolismo
Expresionismo
Puntillismo/Neoimpresionismo
Post impresionismo
Impresionismo
Realismo
Arte victoriano
Romanticismo
Arte Biedermeier
Clasicismo
Rococó
Barroco
Manierismo
Renacimiento tardío
Renacimiento
Bajo renacimiento
Arte gótico
Romántico
Medieval
Arte antiguo
Arte prehistórico
Arte americano
Arte asiático
Íconos
Arte Europa del Este
Obras del Siglo XIX
Obras del Siglo XX
Ilustración
Estilo artístilo Cuadros no clasificados